Scio me nihil scire oscio me nescire
A la tibia comunidad de Laodicea le fue sentenciado que por no ser ni fría ni caliente, sino tibia sería vomitada de la boca de Dios. (Ap. 3, 15-16). Y de hecho lo fue. Sólo quedan las ruinas sobre las que viven comunidades musulmanas.
Santiago en su exhortación, retomando lo que escuchó de María y José, y cuyo hermano Jesús repetía a las gentes que le rodeaban, dice: “Que su sí sea sí y su no sea no, lo demás viene del mal” (Sant 5, 12 – Cfr. Mt. 5,37).
Nací y fue formado en una cultura (paisa) donde nos enseñaron a decir sí o no; el pan es pan y el vino es vino.
En Malí y Costa de Marfil aprendí que hay que rodear mucho para decir un sí o un no. No es educado decir un sí abierto y peor negarse de frente.
Sí y no son culturales en su manera, pero en el fondo de su ropaje tienen que ver con el ser, con la libertad sobre todo y con la capacidad de decidir.
Veo que el debate anda en estos días por esta orilla del sí y de su contrario el no. Los del no les ganaron a los del sí y estos no han podido aceptarlo e incluso le hicieron conejo a los del no, que andan heridos de muerte pues Colombia por haberse dejado manipular por los del sí, según el venerable Mons. Builes vamos todos al abismo del imaginario uribista del castrochavismo, que sí es verdad que existe, no tiene futuro.
El filósofo Ortega y Gasset, con su famosa frase: “Yo soy yo y mis circunstancias” y a quien le pido me permita parafrasearla de esta manera: “El SI es por sus circunstancias, o Mi Si está circunstanciado y se puede volver un no, o viceversa. Si y no dependen de las circunstancias. Sin circunstancias es imposible un sí o un no. Un Sí en estado puro no existe, él es una consecuencia. Y sólo partiendo de las consecuencias se puede comprender la profundidad de una respuesta afirmativa o negativa. Por tales circunstancias dije sí, pero en otras habría dicho no. La conciencia interrogada y libremente en una situación concreta se decide, reviste una opción de un no o bien con un sí.
No se puede pronunciar un sí sin institución, como tampoco el no. Es necesario alguien para poder decirle sí o no. El sí de un Javeriano se pronuncia frente a una comunidad de personas, que deben estar vivas para que pueda ser escuchado y aceptado o no.
Que los javerianos no existen y lo que es, es cada miembro de carne y hueso con su sí. Como que no termino de aceptar esta teoría. Pues el sí es una cadena que viene desde Mons. Builes, y se ha dicho cada 3 de diciembre en Contento. El pronunciarlo cada año y cada día a lo largo de 90 años ha jalonado una historia, como una suma de síes. Y unos son más intensos que otros, pero al fin y al cabo son un sí. El colorido de cada sí ha producido una gama inmensa de situaciones en todos los órdenes. Hay síes muy nítidos, otros menos y en esta ambivalencia cabe el no y es lo que hace que la vida corra a veces bien y a veces no tan bien.
Los franciscanos sí existen, tienen Nit, representante legal, propiedades, un sequito de doctores, misioneros y todo ello es el soporte histórico de la institución. No seríamos nosotros la excepción. Cuando llegué en 1984 encontré una institución llena de sueños. Allí conocí javerianos reales con quienes he interactuado en orden a vivir la misión. Institución y persona son distintos, pero no se pueden separar.
He leído el escrito del P. Osorno y hay muchas cosas que no comparto, sabiendo que es una persona avisada y le ofrezco toda mi gratitud y amistad. Por ejemplo:
Que hay muchos problemas y diversas lecturas y la peor es la de aquellos a quienes no les interesa para nada el Imey. Muchos problemas, ¿cuáles? ¿cuál sería el fundamental? La verdad del Imey que según Jesús, pasamos de largo, y peor cuando estamos ad-portas de la Asamblea. Siempre he escuchado esa cantaleta, que hay cansancio, aburriciones, apatía, desazón y de tanto decirlo, volvemos eso como la verdad del Imey. Por donde he pasado, excepto un puesto de misión, siempre he visto mucho trabajo, a veces no muy programado, sin mucha claridad, pero con tan buena voluntad que da gusto. Incluso tenemos fama en muchos lugares que somos tremendos para trabajar. La verdad es que existimos como una experiencia eclesial que quiere sobrevivir por la consciencia de su misión en un mundo, escenario para la paz y la justicia.
La dispersión del Imey por el mundo tiende a crear por la lejanía, relaciones frías, esquivas a veces. El paisacentrismo como monocultura aún muy presente ha estorbado la correcta integración de muchos hermanos de otros países y pone en peligro la vinculación permanente de africanos y otros. Puede dar risa esto, pero siento que la interculturalidad es un reto. Muchas cosas se han hecho y es fundamental seguir creando sujetos abiertos, cuestionadores, decididos a entender la otredad sin pretender apropiársela.
Afirmar que en el Imey no somos felices, es insoportable. Es una afirmación exagerada. Al mismo P. Osorno yo lo veo feliz y estable en sus años dorados y a mucha gente los veo en esa dinámica. Es tan difícil decir quien es feliz y quien no. La felicidad es tan subjetiva. Lo que a uno los hace felices a otros no. Y ¿cuál sería el criterio para decir que sí esto se da, entonces usted es feliz?. ¿O acaso existe la felicidad? Hay momentos bonitos, alegres, plenos y después la vida se normaliza en un devenir donde conflictos, mas edad, mas otros javerianos, institución y pueblo de Dios y mundo, política marcan y dan un producto llamado quizás realización, con toques de felicidad.
Funerales y felicidad, según Osorno están somatizados en personas aburridas, cansadas, sin pasión y lo peor, sin una verdad de Imey, que nadie quiere ya buscar. O es pesimismo o yo estoy perdido del todo en mi capacidad de analizar. Y falta un elemento que lo señalaba el P. Nelson respondiéndole a Osorno otro escrito y es el de echarle la culpa a superiores de turno. Esta es una tentación, de buscar chivos expiatorios para sacar en limpio la parte de responsabilidad. Incluso leo algunos artículos publicados y hay quienes se convierten en moralistas, invitando a lo correcto. La moral es una consecuencia!
Vuelvo y me pregunto: ¿Los Javerianos tenemos problemas? ¿Cuáles?
¿Económico? ¿Muy serio? Ya lo sabremos. Pero esto viéndolo bien, no es tan problemático, en cierta medida nos acerca más a los pobres. Da susto la quiebra del Imey ¿verdad?
La creciente disminución del personal. Es real y desde hace muchos años atrás esto se veía venir. Lo bueno es que nuevas formas de vida sacerdotal y misionera van a germinar. ¿Por dónde nos llevará el Espíritu a nosotros? Hay que escuchar muy atentamente al Espíritu en esta XIII Asamblea. Y sí nada sale de ahí, entonces ¿qué va a pasar? Se sigue hasta que El Espíritu hable y obedeceremos su voz. La esperanza es lo último que se pierde. Y en la ambigüedad de la figura sacerdotal y misionera de hoy, ¿cómo hacer promoción vocacional? Lo que me trajo a mí, ya no es funcional hoy. Decir lo contrario es afirmar que el mundo no ha cambiado y no es verdad.
Cada que tengo contacto con jóvenes del Imey, desearía quitarme 30 años de encima y unirme a ellos. Me llenan de esperanza, confianza, alegría. ¡Tienen crisis como las que vivimos todos, y que tal que no! En ellos está el futuro y es hora que lo vayan tomando y que los mayores no los llenemos de pesimismos fundamentados en muchos títulos de autores.
He llegado a la conclusión, y termino con esto: lo Ad-vitam es una ilusión. Siento que como nunca aparece su inconsistencia. Por siglos fuimos hijos de una cultura occidental basada en verdades inmutables, y hoy ninguna pasa el examen racional y emocional. Lo que es ad-vitam es el sí-mismo. El “uno mismo” que tiene que cargar consigo, y esto si desea, pues el suicidio, puede poner fin a lo ad-vitam. Todo es relativo, incluso la mirada sobre lo relativo. El sentido de la vida en sí parece siempre estar religado a la fuente que te mantiene: Vida, Dios, Energía y en mi caso Reino de Dios. El sí apunta a una fidelidad incondicional, lo que deriva en una axiología siempre en dialogo en una cultura global. Sin la fuerza del Reino dentro de mí, no podría vivir. La vida seria tan miserable como la de Fernando Vallejo tal como él la describe.
Las instituciones: matrimonios, solterías, comunidades religiosas, son medios para significar y vivir el ser profundo: Reino de Dios. Darle el epíteto de Ad-vitam a cualesquiera de ellos es peligroso y lleva a absolutizar medios y formas que de por sí son históricas, evolutivas, cambiantes.
¿Entonces, si me aburro en el Imey me voy? Depende. Si la estructura facilita tu capacidad de significar, no hay porque dejarla. Problemitas de relaciones, de economía no son vitales. Lo que está en juego para siempre es la posibilidad que por mi comunidad el Reino me hace feliz y me da una clave para interpretar estos signos de tiempos que me cercan.
Tan real es, que no es Ad-vitam, que desde que soy javeriano he visto a muchos irse y por muchos motivos. A veces culpa de la Institución, pero la mayoría por no identificarse más con el ejercicio del ser. Muchos siguen Ad-vitam con su opción de vida. Cuando he comprendido esto he sido mas generoso en mis juicios y siento que muchos que no están ya, si están en lo esencial; El Reino.
Me quedan temas tales como el concepto de vida comunitaria, obligado deconstruirlo para buscar otras formas. Y que tal el tema de Obediencia, misión ad-exteras, y afectividad. Muy tabú este último.
Hasta pronto. Su servidor
Oscar Londoño Builes mxy