Nota: Estos apuntes hacen parte de un trabajo de opinión.
Durante algún tiempo me he cuestionado la relación entre la figura de autoridad, y quien cree que no la posee “por no estar al mismo nivel”. Desafortunadamente, creo que hemos confundido autoridad con sabiduría, potestad, experiencia, inerrancia, infalibilidad, etc. Con esta premisa no quiero decir que no hay buenos/as ejemplos de autoridad, porque ciertamente los hay. Lo que me permito exponer es la tendencia en ocasiones inconsciente y en otras demasiado consciente de operar la autoridad o de aprovecharse de ella.
Según he podido observar y vivir el servicio de autoridad, me he percatado de la relación entre quién tiene toda la potestad para decidir sobre alguien, y el subordinado que casi siempre agacha la cabeza. Quien tiene autoridad casi siempre se dirige a quienes tiene a su cargo creyendo que es él o ella quien tiene la razón. La verdad, es como si la autoridad diera la facultad para no equivocarse y ser siempre veraz. Por su parte, quien no ejerce la autoridad, la mayor de las veces esta de acuerdo, aunque no lo este, afirma lo que no cree ni desea por agradar a quien tiene autoridad y de quién la mayor de las veces depende su futuro.
¿Hasta qué punto hemos llegado a creer que autoridad es igual a verdad? Opino que autoridad podría ser un sinónimo de dialogo entre quienes buscan la verdad, sin que en muchas de las ocasiones la encuentren, ya que la verdad es una fuerza interpretativa. Quien tiene autoridad no tiene porque decidir sobre la vida de los demás sin antes sentarse con él o ella para escuchar, dialogar, edificar juntos, etc. Del mismo modo, quien recibe la autoridad no tiene porque decir SI a todo por aparentar obediencia, ejemplaridad, compromiso y demás, sabiendo que no siempre esta de acuerdo.
Considero que durante la formación dejamos de Ser enfrente de la autoridad para aparentar Ser. Es decir que dejo de ser lo que realmente soy por ser lo que otro quiere que sea, es como hacer fotocopias de un prototipo de hombre. (Cabello, modo de hablar, de vestirse, de comportarse, de peinarse, de ser lo que no son). Indudablemente que estamos en un proceso de formación. Pero, formación no quiere decir moldear el Ser de cada persona para hacer que todos sean iguales, piensen de la misma manera, obedezcan según un único criterio y renuncien a lo que Son porque de no ser así no pueden ser parte. Con esto quiero decir que vamos perdiendo nuestra originalidad, negociando lo que somos a cambio de ¿…?
La riqueza no es la unicidad, sino la pluralidad de pensamientos, ideas, maneras de entender y vivir, es tiempo de romper los paradigmas y aceptar la revolución que viene con el cambio. Sé que hay constituciones y directrices que con buena voluntad pretenden formar un buen misionero, pero hay que revisar hasta qué punto es permitido llegar. No se puede tocar el Ser, es decir, la originalidad de cada quien. Pero para ello cada quien tiene que vivir y reconocer su originalidad. Del mismo modo, ante una decisión con la cual no estoy de acuerdo, no es simplemente obedecer, es ser veraz conmigo mismo para Ser. Si no estoy de acuerdo debo decirlo, si estoy de acuerdo, pero sé de otra manera para que sea mejor debo compartirlo, si me parece abusivo debo denunciarlo.
¿Hasta qué punto hemos confundido obediencia con silencio, resignación, desilusión, conformismo, aguante, sufrimiento? El dialogo es necesario entre quien obedece y quien tiene la autoridad. Considero que quien tiene la autoridad debe exponer no las decisiones, sino las posibilidades, y quien obedece debe ser quien decida. Esta manera de ejercer la autoridad y la obediencia podría ser más efectiva, ya que quien obedece ha decidido sobre las posibilidades, es decir que en último termino es él o ella quien tiene toda la responsabilidad de su decisión, no hay lugar para decir: (es que me mandaron, es que me toco, es que me castigaron, es que toca obedecer, etc.) no hay nada más difícil que decidir, muchos nos quejamos porque alguien más decidió por nosotros, pero cuando somos nosotros quienes tenemos la posibilidad de decidir, todo se complica y la responsabilidad aprieta el cinturón.
Durante mi exposición he repetido mucho (quien tiene la autoridad), eso no significa que porque ejerza la autoridad el otro o la otra no tiene autoridad. Ambos tienen autoridad, unos ejercen el servicio para todos, pero eso no indica que quienes no ejercen el servicio no tengan autoridad. Ciertamente cada uno tiene sus responsabilidades. Quien ejerce la autoridad debe ser un hombre que dialogue, medite, comparta; mientras que quien no ejerce formalmente una autoridad sobre los demás, la ejerce sobre sí mismo y sobre su originalidad, él o ella debe ser veraz consigo mismo para ayudar a quien ejerce el servicio.
Finalmente, deseo que resuene lo que antes he mencionado, quien tiene autoridad no tiene que hablar creyendo que es él o ella quien tiene la razón. Del mismo modo, no debe juzgar quien es bueno o no, solamente mirando quien hace o se comporta según su criterio, antes bien debe ver quien es más original. Por su parte, quien no ejerce la autoridad debe Ser delante de quien ejerce la autoridad para ayudarlo a ejercerla, no debe Ser lo que otro quiera por miedo a perder lo que quiere. Jesús fue original, él despertó a quien era, no fue lo que otros querían que él fuera. Su vida y sus hechos nos confrontan y nos exigen despertar.
Jaime David Redondo mxy
Estudiante de Teología en Kenia
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