Mis hermanos Obispos, sacerdotes, hermanos y laicos Misioneros de Yarumal.
¡Jesús es el Señor, el Padre lo ha resucitado y él vive para siempre en medio de nosotros! En medio de las graves realidades de guerra, injustica, miseria, desigualdad y desesperanza de estos últimos tiempos, a la cual se añade la grave situación sanitaria, política, económica y social a causa de la pandemia del Covid-19, que acentúa todas las duras crisis vividas hasta el momento, resuena el canto de aleluya en medio de los creyentes para anuncias la gran noticia de la resurrección del Señor.
La fiesta de Pascua que hoy vivimos es la prueba de que el amor, que se enfrentó al pecado, a la muerte y al dolor, salió vencedor. Esta prueba fue necesaria, y la fuerza del amor tuvo que atravesar la oscuridad de la muerte para manifestar el poder universal y definitivo de la salvación, tal como Jesús mismo nos lo había dicho: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24). “Y esto es lo que ha sucedido: Jesús, el grano de trigo sembrado por Dios en los surcos de la tierra, murió víctima del pecado del mundo, permaneció dos días en el sepulcro; pero en su muerte estaba presente toda la potencia del amor de Dios, que se liberó y se manifestó el tercer día, y que hoy celebramos: la Pascua de Cristo Señor” (Cfr Mensaje de del Papa Francisco, Pascua 2018).
La crisis post pandémica que se avecina, se prevé más cruda y aguda que la que estamos viviendo en estos momentos. ¿Cómo anunciar este mensaje de resurrección en medio de todas las realidades a las que hacemos frente actualmente y a las que se avecinan en medio de nuestras comunidades en todos los lugares donde hacemos presencia y luchamos entusiastas por la misión de la Iglesia y particularmente por el anuncio Ad Gentes?
- Necesidad urgente de escuchar el llamado del Señor a la conversión: que cada uno de nosotros escuche la voz del Espíritu, que hoy, a través de distintos signos, llama a cada uno “a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él” (EG, 3). Un verdadero camino de conversión en nosotros es el mejor medio para un anuncio eficaz de la buena noticia de la Pascua al mundo de hoy.
- Necesidad de escuchar una y otra vez, y de seguir escuchando con prioridad el grito de los pobres: Mi vida misionera, mi entrega, mi consagración, ¿qué tanto está al servicio de los más pobres y necesitados, o que tanto estoy poniendo yo a los pobres y necesitados al servicio de mi consagración, de mi ministerio y mi vida misma? Es tan fácil y sutil pasar de vivir al servicio de los pobres y en medio de ellos, a vivir en medio de los pobres para ser servidos por ellos.
- Escuchar el grito de la creación que clama salir de este espiral de destrucción: este llamado de los nuevos tiempos es necesario que resuene en nosotros produciendo en cada uno de nosotros compromisos serios. ¿Vamos a seguir creyendo que la destrucción del planeta es culpa solamente de las grandes potencias e industrias desconociendo mi responsabilidad? ¿Qué actitudes consumistas estoy abandonando? ¿Cuál ha sido mi opción ante la utilización del plástico, de los materiales desechables, los materiales químicos e industriales contaminantes? ¿Doy utilización justa y moderada al consumo de agua y demás recursos que tengo a mi disposición?
Estas son actitudes de resurrección, y asumidas como consecuencia de nuestra opción por Cristo y por su Evangelio, de nuestra opción en la Iglesia y en el IMEY, se convertirán en medios eficaces de los que el mismo Señor se servirá para hacer llegar a los pobres y necesitados, en medio de la crisis actual y de las que vendrán, el extraordinario mensaje de su resurrección y de su Pascua.
Este mundo tendrá transformaciones profundas como consecuencia de esta pandemia, que el Espíritu del Señor, que renueva todas las cosas, continúe su obra en nosotros para que la Iglesia y el IMEY sigan en su proceso de renovación con el fin de asumir la nueva etapa de evangelización a la que estamos llamados.
¡Él vive y te quiere vivo! Él está en ti, Él está contigo y nunca se va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y esperándote para volver a empezar. Cuando te sientas avejentado por la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará allí para devolverte la fuerza y la esperanza» (Christus vivit, 1-2).
Comparto con todos ustedes, mis hermanos en Cristo, el gozo Pascual de Cristo Resucitado de entre los muertos.
Germán Mazo m.x.y.
Superior General y Consejo General del IMEY