De manera inverosímil nuestro planeta lleva 4.500 millones de años formándose, y todavía hoy, los seres humanos quienes aparecimos en un segmento tan minúsculo, nos creemos el centro del Universo y el clímax de la Vida.
Para reforzar esta postura Antropo-egoista, los grupos humanos originarios y más adelante los imperios, fueron creando mitos, leyendas y religiones que justificaban su primacía en la cadena evolutiva y su insaciable poder dominador. Con vergüenza atroz, descubrimos que somos la única especie que tomamos más de lo que necesitamos, despojando a las demás creaturas su derecho a coexistir dentro de esta hermosa sinfonía orquestada por el Creador, si, el Dios Creador que inscribió de manera admirable en las entrañas de la Madre Natura, un tiempo, un lugar y un propósito para cada especie y para cada ser a fin de que seamos inter-dependientes.
En estas pocas semanas hemos descubierto, gracias a un microscópico virus y al doloroso viaje hacia nuestro universo interior, que nuestra presencia y rol es de vital importancia para este Proyecto Original del Creador, se nos ha dado un lugar y una responsabilidad inmensa en el concierto de la evolución natural, en nuestra manos está la posibilidad de cooperar con este formidable Plan Divino o por el contrario, podemos entorpecer y desajustar este inconmensurable Proyecto.
Estamos cayendo en cuenta de nuestra inmensa vulnerabilidad, de nuestra arrogancia intelectual, de nuestra incontrolable libertad y de nuestra débil voluntad. Pendiendo de un hilo, está la existencia humana en el polifacético y multiforme concierto de la Vida, no somos los primeros, ni los más grandes, ni seremos quienes quedemos de últimos para apagar la luz de las estrellas, si evadimos nuestro rol, podemos finalmente ser exterminados por simple selección natural y por qué no decirlo, o por designio divino.
Los creyentes debemos dar un paso más en nuestra intuición teológica y reconocer que la Historia de Salvación o Plan Divino, no fue proyectada simplemente para los seres humanos, ello demostraría una vez más cuan miopes y egoístas somos, el Proyecto Original del Creador abarca cada vida y a cada ser del universo y va desde la creación del átomo y las moléculas hasta la consumación de los tiempos y la plenitud de las especies. Para Dios toda criatura es honrosa y toda vida es valiosa, simplemente porque Él es el Padre Creador.
Nos conviene recordar, que la aparición y desaparición de la especie humana podría ocupar apenas un pequeñísimo segmento en esta interminable sucesión de eras, que como nos lo enseñan los expertos, conllevan miles de millones de años entre una y otra.
Así como el Universo en curso tiende a proseguir su fin evolutivo especializando a las especies, así mismo, puede prescindir de aquellas que no engranan armónicamente en este ecosistema o aquellas que no responden apropiadamente a los fines de la evolución. Es posible que el Gran Ecosistema este esperando el exterminio de la dañina especie humana de la misma manera como nosotros esperamos angustiosamente el exterminio del Coronavirus.
Este siglo XXI es definitivo, nos vamos o nos quedamos, justo en estas décadas debe la humanidad decidir cuál será su siguiente paso en esta etapa crucial, la infinidad de avances y logros alcanzados desde los últimos 4,4 millones de años con Ardí (Ardipithecus Ramidus) y 3,3 millones de años con Lucy (Australopithecus Afarensis), pueden ayudarnos a re-orientar nuestra brújula y buscar entrar en una conexión inter-solidaria y fraterna con el ecosistema y con el cosmos, así como se ofrecen cooperación y protección mutua las flores y las abejas, las hormigas y las plantas, el mar y las montañas, el bosque y la biosfera, los ríos y las nubes, o como diría alguno: “no cae una hoja sin que afecte a una estrella”.
Parece que nos cuesta reconocer que no somos los amos del Universo sino simples criaturas tan necesitadas de los demás seres para poder existir, los pueblos originarios del planeta pueden echarnos una mano con su cosmovisión espiritual y el respeto místico que tenían por los 4 elementos, no sin razón los pueblos indígenas se someten religiosamente a las leyes naturales de la Tierra, pues la consideran la “Fuente de toda Vida”, la Pachamama es la divina progenitora y la sustentadora de todo orden natural y de toda existencia, ella es la Madre Buena que se ofrece incesantemente siendo vida, alimento, renuevo, frescura, colorido, posibilidad, abundancia, acogida; ante tanta diversidad de especies y grandes transformaciones Geo-biológicas, la Madre Naturaleza es quien nos enseña que debemos aprender a co-existir como una “Gran Familia” o prepararnos para nuestra penosa partida.
Cóndor Málku
Melquisedec Sánchez mxy
Misionero en Panamá