Con un profundo pesar, y con un asombro y una consternación de los cuales aún no salimos, celebramos esta eucaristía en homenaje a nuestro hermano José del Rosario Jiménez, Misionero de Yarumal. Sus cenizas, puestas aquí delante del altar, inspiran en nosotros un sentimiento de profunda reverencia y admiración, al igual que su vida toda, gastada al servicio de las misiones de la Iglesia en nuestro Instituto.
En medio de su corta pero muy penosa enfermedad, guardábamos la esperanza de su total recuperación, y el poder tenerlo compartiendo y trabajando con nosotros, y con esa intención suplicábamos al Señor. Pero Dios, en su infinita sabiduría y en su inagotable misericordia, tenía otros planes para él, y tenía otros planes para nosotros.
Escuchábamos en la primera lectura del libro de la Sabiduría: “Cumplió la voluntad de Dios, y Dios lo amó. Llegó a la perfección en poco tiempo y con eso alcanzó la plenitud de una larga vida. Su vida le fue agradable a Dios, por lo cual el Señor se apresuró a sacarlo de entre la maldad”. Este texto refleja el proyecto de Dios para con nuestro hermano José del Rosario, proyecto de Dios que una vez más irrumpe, sorprende y transforma nuestros pobres planes humanos.
Proyecto de Dios, que nuestro hermano Chepe, alcanzó a percibir y del cual quiso hacernos tomar conciencia de manera muy serena y prudente. Pues, desde su lecho en la Unidad de Cuidados intensivos del hospital escribió este mensaje por Whatsapp el día 12 de noviembre: “Sin saberlo, Dios me había preparado para vivir mi muerte sin miedo sin temor y con plena libertad. Yo mismo me extraño de sentirme así. Es Dios Trinidad y la Virgen los que me han dejado totalmente libre”.
Nuestro hermano Chepe, nos deja el testimonio de un auténtico discípulo misionero, entusiasmado hasta lo más íntimo por la misión y por la misión ad gentes entre los más pobres, de una misión de compromiso e integración audaz con los laicos, protagonistas ineludibles de la misión en los próximos tiempos. De la misión, Chepe siempre se expresaba con convicción profunda, con gran respeto, con honda pasión. En el mismo Whatsapp del 12 de noviembre también expresa: “Viví con pasión por el Evangelio y busqué estar muy cerca de los pobres. En muchas ocasiones no lo logré. Amé y respeté todos los grupos y comunidades a los que fui enviado”. Nos deja, Chepe, el testimonio de una vivencia auténtica del carisma ad gentes del Instituto.
Su convicción por la misión, su calidad humana, su claridad e imparcialidad a la hora de discernir y reflexionar, su ejemplar recorrido y todos aquellos talentos que le conocimos, hicieron que fuera el elegido para tomar las riendas de nuestra Comunidad en medio de una de sus grandes crisis. Y fue el hombre providencial para asumir la responsabilidad de guiar nuestro IMEY durante el periodo pasado. Con la claridad de un maestro, con la preocupación de un pastor, con la intensidad de un apóstol y con la humanidad de un padre, estuvo al frente de nuestra familia misionera marcando y señalando los rumbos que nos permitieran sobreponernos a nuestras dificultades para entrar en una “nueva etapa evangelizadora” con toda la Iglesia mirando el pasado con gratitud, viviendo el presente con pasión y proyectándonos al futuro con esperanza.
En medio del sufrimiento que le producía el tratamiento médico propio de la Unidad de Cuidados Intensivos, y que el expresaba en agotamiento extremo, altibajos de su nivel de azúcar en la sangre, dificultad para respirar debido a la máquina respiradora a la que estaba conectado, el poco sueño que podía conciliar y el dolor intenso, por momentos en todo su cuerpo, nuestro hermano Chepe experimentaba paz, y la serenidad interior, que no excluyen la tristeza y la soledad propias de este momento culmen de la vida. Esa paz y esa libertad de espíritu, fueron expresión culmen de su intensa vida interior en la cual vimos a José del Rosario responsablemente comprometido y en la cual lo vimos también marcando y señalando caminos para la profundización espiritual de todos sus hermanos Misioneros de Yarumal.
Sí, uno de los legados más importantes que nos deja este hermano misionero que hoy es recibido en la Casa del Padre, es el testimonio de una transparente y decidida búsqueda de Dios. Era un convencido y al mismo tiempo un fascinado de la espiritualidad a la que todos estamos llamados, y muchas veces lo vimos lamentarse de que muchos de sus hermanos no hicieran un sincero esfuerzo de más intimidad con Dios. Absorto en su búsqueda interior, sin duda que muchas veces exclamó con el Señor: “¡Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gante sencilla! ¡Gracias, Padre. Porque así te ha parecido mejor! Chepe nos dejó con sus palabras y con sus actitudes un ferviente testimonio de que en los pobres, tenemos una fuente de infinita riqueza para nuestra vivencia espiritual y para progresar en el conocimiento de Dios.
Fue un verdadero discípulo de Miguel Angel Builes, y precisamente, del Fundador, aquello que más lo apasionaba fue la dimensión contemplativa en la cual nuestro Obispo Fundador sintetizaba toda su vida, todo su ser y toda su obra. Estaba convencido que en toda la espiritualidad contemplativa del Fundador, condensada en el “Testamento Espiritual” están trazados los ejes centrales para ser auténticamente Contemplativos en la Misión y a la vez Misioneros en Contemplación.
Desde hace algunos años, y como fruto de su deseo de autenticidad en la vivencia del Evangelio, de su pasión por Jesucristo, de su tierno amor por la Santísima Virgen María y de su incansable búsqueda espiritual, Chepe se inscribió en la “Escuela del silencio”, con la convicción absoluta de que la misión del futuro solo se hará eficazmente silenciando el corazón y viviendo por dentro. Termina Chepe, el Whatsapp que me envió el 12 de noviembre diciendo: “Hacia el futuro, tengo la convicción de que el camino del silencio y la quietud a la manera como la propone Pablo d’Ors le dará un nuevo rostro a la Iglesia y al Instituto. Pablo podrá ayudarnos, a medida que hagamos la práctica del silencio y la quietud y a abrazar las enseñanzas del Fundador que hasta ahora son puras ideas. Toda idea que no venga de la experiencia es pura ideología, así haga mucha referencia al Evangelio”.
A todos los familiares de nuestro hermano el padre Chepe, a la familia Jiménez Rangel, queremos, en nombre del Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal, expresarles nuestro más sincero agradecimiento por el don que han hecho a la obra misionera de la Iglesia en la persona de José del Rosario. Compartimos intensamente el dolor de su partida, el dolor es mutuo, nuestro sentimiento es de verdadera con dolencia.
A toda la familia MAB, todos los laicos, a todos los amigos, allegados del Padre José Jiménez, gracias por la riqueza con que acompañaron a este insigne Misionero Javeriano de Yarumal, gracias por su compañía y sus gestos de fraternidad durante los momentos de su enfermedad y en estos de su fallecimiento.
Chepe, hermano y amigo, siervo bueno y fiel. Entra ya en el gozo de tu Señor.
P. GERMÁN MAZO M. mxy
SUPERIOR GENERAL DEL IMEY
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