Gregorio de Nisa es un cristiano del siglo IV y llegó a ser obispo después de haberse formado, gracias a su hermano Basilio el grande, en la filosofía y las ciencias de los griegos. Un padre a carta cabal, hombre de su tiempo y hombre de Iglesia, de profunda identidad cristiana y apertura a los logros de la razón de sus contemporáneos. El llamado de Gregorio a los suyos era a enriquecerse con el tesoro de los otros, así aparecieran como enemigos.
12.1 Narrativas de hoy
Antes de entrar en materia, veamos algunos hechos que muestran diversas actitudes de los bautizados frente a las posiciones y logros de los otros, de los que piensan distinto, de los que no pertenecen a la institución, de los que objetan su acción y pensamiento.
- Dos formas de acercarse a García Márquez
Cuando el Papa Francisco se encontró con las autoridades civiles en su visita a Colombia, citó a Gabriel García Márquez y nos recordó su discurso al recibir el nobel en 1982: “Resuena en el corazón de cada colombiano el aliento del gran compatriota Gabriel García Márquez: «Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera». Es posible entonces, continúa el escritor, «una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra»”[1]. Aunque el Papa mismo sea el que valore así a nuestro escritor, Gabo sigue sin gozar de la simpatía de algunos eclesiásticos y esto, seguramente, porque no escribía como un predicador, no usaba palabras de púlpito, no iba talvez a la misa, algunos de sus personajes y de sus historias van con crítica a la Iglesia, era amigo de comunistas y revolucionarios, tuvo su tiempo de bohemia, su lenguaje se permitía vocablos que sonaban mal a orejas pías y, finalmente, su familia organizó para él un funeral laico. Y entonces viene la tentación de descalificarlo. Así, algún formador de religiosos aconsejaba a sus novicios, ya algunos años después de la muerte del nobel de literatura, que se abstuvieran de ese tipo de libros y les advertía que “esas vulgaridades no son para los aspirantes al sacerdocio”. Hace muchos siglos, el obispo Gregorio de Nisa, amante de la literatura griega (algunos dirían pagana) aconsejaba a sus cristianos buscar los tesoros de la cultura, leer y dialogar con los autores de su tiempo y “embellecerse” con “joyas” traídas de contextos no eclesiales.
- Un sicólogo en el seminario
José, lo llamo con otro nombre, era un sacerdote que hizo sus estudios de sicología y que, después de su graduación, vino al seminario de su diócesis y se puso con su ciencia al servicio de la formación. Creo que tocaba el corazón de los jóvenes y que su propuesta contribuía mucho al discernimiento y a la madurez. José trataba con libertad y con rigor científico muchos temas que habían sido tabú hasta el momento, él hablaba de la sexualidad, del celibato, del rol de las mujeres en la formación de los sacerdotes, del liderazgo eclesial… y muchas cosas más. Muy pronto empezaron los cuestionamientos: el clero de la diócesis no veía con buenos ojos la presencia de la sicología en el seminario y preguntaban que para qué se necesitaba si ya teníamos la “dirección” espiritual y la confesión; a muchos les parecía que meterse en los caminos de las ciencias humanas era arriesgar “vocaciones” y que los aspirantes al sacerdocio la podrían perder con tales intentos. Muy pronto José tuvo que dejar el equipo de formación y se fue con su saber a otra parte. Gregorio de Nisa, cristiano y educado en la cultura griega, comprendió que más que atacar los logros de la razón “fuera de la Iglesia” había que acogerla y valerse de ella, no se trataba de pelear contra la ciencia sino por el contrario de aprovecharse de ella.
- El nuncio y las mujeres que se postulan para ministerios eclesiales
Es noticia de estos días, tal vez irrelevante y de risa para muchos, que un grupo de mujeres en Francia, lideradas por la teóloga Anne Soupe, se han postulado para ministerios eclesiales: sienten que bien pueden gestionar diócesis, nunciaturas, y que pueden ejercer servicios como obispas, sacerdotes, diáconos… etc. El nuncio en Paris no ha tomado las cosas ligeramente ni se ha burlado, como muchos otros, por el contrario, las ha llamado por teléfono y quiere escucharlas y por esto las invitó a su casa. Mientras muchos ven en Anne y sus compañeras enemigas de la Iglesia, hay otros, y ahí está Celestino Migliore, que las ven como fieles laicas que tienen algo para decir y que sus propuestas y razones, viables o no, ofrecen riqueza para la comprensión del papel de la mujer en la Iglesia y para la manera de entender el ministerio eclesial. Escuchar al otro, hacer un esfuerzo de entrar en su comprensión y ubicarse en su punto de vista, nunca nos hará daño, siempre nos enriquecerá: eso ya lo entendía un obispo de la Capadocia en los primeros siglos de la Iglesia.
- El enemigo interno
El sofisma del enemigo interno está bien metido en la cabeza de no pocos colombianos, y no ha faltado quien lo narre desde los púlpitos. Se trata de la idea según la cual la diferencia es siempre una amenaza y hay que apurarse a cancelarla para evitar el mal que podría causar a la sociedad. Es como si de nuestros emblemas patrios tomáramos sólo la palabra “orden” y dejáramos a un lado “libertad”: los liberales que no hacían parte de la hegemonía, los comunistas que planteaban otra forma de estado, los líderes sindicales que alegaban por sus derechos, los excombatientes de todas las amnistías, los que se oponen a megaproyectos de minería y otros que arrasan con el medio ambiente, los líderes sociales que promueven alternativa, los que se alinean en opiniones diversas sobre cuestiones de género, aborto, eutanasia, matrimonio….etc. todos ellos, por la diferencia que marcan, han sido vistos como enemigos y se ha querido construir un estado, e incluso una iglesia, sin ellos, sin su opinión y, más lamentable todavía, sin su vida. Nos hemos inventado, para luchar contra este enemigo, cosas como el frente nacional, exclusión clara de todo lo que no tuviera los dos únicos colores de la aristocracia; la seguridad nacional, eliminación sistemática de toda oposición; las prerrogativas y privilegios del catolicismo, desconocimiento de la libertad religiosa; supuestas teorías de agendas ocultas y de complots contra nuestras instituciones, y claro, contra nuestra institución eclesial. Gregorio, en un contexto de diálogo entre cristianismo y cultura griega, nos habla en cambio de la riqueza del “enemigo”, del patrimonio que los “los de afuera” tienen para nosotros.
12.2 Gregorio, un obispo que buscaba la riqueza del “otro”
En Gregorio de Nisa tenemos otro obispo que pensó la fe con mente y corazón helenista y que invitaba a sus fieles a buscar la riqueza que se producía fuera de la institución eclesial; en esta reflexión vamos a centrar nuestra atención en su libro “Vida de Moisés”.
- La cesta que salvó a Moisés: la sabiduría de los egipcios
Gregorio, para hablar del valor de la cultura clásica en la educación cristiana, se valía del pasaje del libro del Éxodo en el que se ve al recién nacido Moisés en una cesta y flotando en las aguas del Nilo. Esa cesta era para el obispo de Nisa, la educación que recibió Moisés en la corte del faraón [2]. Decía el capadocio que sin esa educación propiciada por el “enemigo”, Moisés no habría podido después liberar a Israel. Aplicando la alegoría, Gregorio afirmaba que también la fe necesitaba guardarse en la cesta de la formación secular, de la filosofía y ciencias de sus contemporáneos, y ser así salvada de las olas de la vida. Sí la cesta, la formación egipcia, había sido providencia de Dios para salvar a Moisés y capacitarlo para su misión, la educación ofrecida por la cultura helénica era también providencia de Dios para los cristianos que querían crecer en su fe.
- Moisés, el hebreo educado por la hija del faraón
Gregorio identifica a la hija de Faraón que acogió a Moisés con “filosofía profana”. Ella adopta a Moisés y aparece como su madre mientras él todavía está creciendo. Nuestro autor ve en esta relación entre Moisés y la princesa su propia experiencia y la experiencia de muchos cristianos de su tiempo que fueron a escuelas “paganas” y fueron acogidos y educados de acuerdo con la cultura clásica[3]. Moisés, decía todavía Gregorio, aunque creció al lado de la hija del faraón, se hizo fuerte y grande porque su propia madre lo alimentó. Así, afirma también que el cristiano que crece al lado de la “filosofía profana”, puede hacerse fuerte y grande en su fe sólo si se deja “amamantar” por la Iglesia, por las Escrituras y la Tradición: “De hecho, Moisés no se separó de su madre mientras era criado por la princesa, sino que fue amamantado por la leche de su madre. Esto enseña, me parece, que si recibimos las enseñanzas profanas durante nuestra educación, no debemos separarnos del alimento de la leche de la Iglesia”[4] . La relación entre la madre de Moisés y la madrastra de la corte es para el obispo de Nisa un paradigma de la relación entre la Iglesia y la cultura.
- Llamada de Moisés a hacerse a los “tesoros del extranjero” y la “propiedad del enemigo
Gregorio notaba también que Moisés, antes de salir de Egipto, animó a los israelitas a que pidieran a los egipcios diversas riquezas, como joyas y vestidos. Así el pueblo, ya en la libertad, no se vería “privado de los tesoros del extranjero, y habiéndose hecho a la propiedad de los enemigos, pudiera usarla para su propio uso” [5]. Gregorio ve en estos “tesoros del extranjero” y en la “propiedad de los enemigos” la “riqueza de la razón” [6], la que lejos de ser perjudicial para los cristianos puede, por el contrario, embellecer el “santuario divino del misterio“, es decir, la Iglesia: “Todos los que recibieron esos tesoros se los entregaron a Moisés que trabajaba en la tienda del misterio… también ahora, muchos traen a la Iglesia de Dios su conocimiento profano como un don”[7]. La Iglesia pues, en la visión del niceno, ha de procurarse siempre la riqueza de la razón, aun la que se encuentra en aquellos que no se sienten parte de ella y que incluso tienen una posición crítica hacia ella.
12.3 Gregorio de Nisa para nosotros
Pablo VI, como lo decía en la introducción a esta serie de artículos, señaló la brecha entre la fe y la cultura como la tragedia de nuestros tiempos. Gregorio de Nisa, y muchos otros de los padres con él, puede inspirarnos para cerrar esta brecha y, más que entrar en diálogo, enriquecernos. Los tiempos de la Cristiandad ya pasaron y, en esta nueva situación, la alternativa fácil sería ponerse a la defensiva, declararse sitiados por los que están fuera de la Iglesia y ver a los que no se llaman cristianos como enemigos, y así, batallar contra el mundo contemporáneo, su pensamiento, sus logros, sus tendencias, su progreso. Este siglo, que ya va avanzando, más de 50 años después del Vaticano II que oxigenó a la Iglesia y le abrió puertas, nos pide diálogo y apertura, no sólo para poder ofrecer la buena noticia a la humanidad toda, sino también para reconocer y enriquecernos de todo lo que hay de bueno, verdadero, bello a nuestro alrededor.
- La riqueza de la razón y la fe
Muchas veces desconfiamos del diálogo y del contacto con nuestros contemporáneos y esto porque creemos erróneamente que nuestra fe puede contaminarse y perderse. Para Gregorio lo contrario es verdad: la fe que profesamos se ahonda y el misterio de la Iglesia se embellece en la apertura hacia los otros, en ese apropiarnos de todas las “riqueza de la razón”. La comprensión de la fe, según el obispo de Nisa, no puede hacerse encerrados en el pensamiento “católico”, sino en estrecho contacto con la razón: en los tiempos de Moisés la ciencia y la sabiduría de Egipto, en los tiempos de Gregorio, la filosofía, la literatura y todos los saberes de los griegos, en los tiempos nuestros de globalización la sabiduría de todas las culturas y pueblos, la mística de las religiones, las posibilidades de la tecnología, los hallazgos de las ciencias, las expresiones culturales, las búsquedas de la humanidad.
En el pasado, y especialmente en el medioevo, la Iglesia creó las universidades a la sombra de las catedrales y de los monasterios, es el caso de Bolonia, Chartres, Paris, Salamanca, Oxford…etc.; el saber irradiaba desde la Iglesia y todos los que querían la ciencia a ella se acogían. Esta situación, lo aceptemos o no, cambió hace mucho tiempo, la modernidad trajo la independencia de las ciencias y la autonomía del pensamiento y de la búsqueda secular. La Iglesia no estuvo muy complacida de estos cambios y los anatematizó: baste pensar en hechos como la tristemente célebre condena a Galileo; en las listas de libros prohibidos, index, vigente desde los tiempos de la inquisición española hasta el siglo pasado; en el Syllabus, compendio de errores enumerados por Pio IX, el Syllabus, y en el que se condenaban cosas como la libertad de expresión, la participación, la igualdad de las personas ; en el juramento “antimodernista” de Pio X impuesto a los cristianos, y especialmente a los clérigos, y que conllevaba la exigencia de alejarse de toda pensamiento y ciencia que no tuviera el “nihil obstat” de la autoridad eclesiástica. Así la Iglesia, sintiéndose asaltada por el pensamiento, por las ciencias y por el progreso, se declaró infalible en materias más allá de su competencia y se alistó para la guerra con el mundo, y tristemente se privó de la “riqueza del extranjero”, de “la propiedad del enemigo”.
- Toda expresión auténtica de la razón es oportunidad para el Evangelio
Si la cesta en la que Gregorio veía la sabiduría de Egipto fue providencial para salvar a Moisés, hoy la sabiduría y los alcances de todos los pueblos donde estamos son también providencia para la fe, sin ellos nuestra fe se ahogaría en integrismos y la misión se quedaría sin palabra comprensible, la Iglesia sin relevancia, con doctrinas muy bien definidas en catecismos y documentos, pero que a nadie dicen nada. La riqueza de la razón, presente en las grandes urbes y en los lejanos desiertos donde nos encontramos, lejos de ser un obstáculo para la evangelización es oportunidad que ayuda a que la fe pueda llegar a todos y crecer como el pequeño Moisés en la corte del Faraón: la historia de la misión goza de muchos misioneros que han acertado en este sentido, basta pensar en Mateo Ricci, evangelizador en la China, quien se dio cuenta que para evangelizar necesitaba hacerse al patrimonio que Confucio y los sabios habían dejado en herencia.
Toda expresión autentica de la razón es ocasión para el Evangelio, incluso las alcanzadas por artistas, cineastas, escritores, poetas, músicos, científicos…etc., que disienten de nuestros pareceres y modos y que hacen crítica a la Iglesia. La manía de buscar la etiqueta de “made in the Catholic Church”, nos encastilla y quita oportunidades a ser “Iglesia en salida”, a construir “cultura del encuentro”, a evangelizar. En el encuentro con los otros, en la apertura a todo lo que es bello, bueno, verdadero, encuéntrese donde se encuentre, la fe no se pierde, se consolida. Necesitamos procurarnos los logros nuestros contemporáneos, los que, aunque no estén “patentados” por la Iglesia, nos ayudan a crecer en la fe y a testimoniar el Evangelio. No hay que recelar de que nuestros cristianos se hagan a bienes comprados en franquicias que no le pertenecen a la Iglesia.
- La fe crece en las culturas
Moisés, nos decía Gregorio, aunque creció gracias la princesa de Egipto, se nutría, sin embargo, de la leche de su madre hebrea. Con esa figura, el capadocio nos ofrece inspiración para la forma en que hemos de recibir la riqueza de las culturas y de los pueblos: aprender de los otros, crecer en ambientes desconocidos, aventurarnos más allá de la institución eclesial, recibir logros y darles buen provecho, y todo esto, desde una profundad identidad como cristianos, amamantándonos de los pechos de la Iglesia, de la Palabra y de la Tradición. Es lógico que sin una identidad profunda no podemos tampoco dialogar: así, cuando la Iglesia no nos ha amamantado bien, o cuando hemos dejado de recibir su vida, no encontramos la fuerza para salir al encuentro de los otros y para dialogar, y así este raquitismo se expresa en miedo a lo nuevo, a lo que viene de afuera, a lo que dicen los que no están de acuerdo con nosotros. Cuando faltan las convicciones, es decir cuando falta esta leche de la Iglesia, este nutrirnos de la Palabra y de la Tradición, empezamos a vociferar contra los otros, nos inventamos teorías de complot, ridiculizamos al que nos interroga, estigmatizamos y confundimos diferencia con maldad. Un fanático, uno que se cierra a la riqueza de los otros, contrario a lo que se suele pensar, no tiene raíces, carece de identidad, tiene más miedo de lo propio que de lo ajeno.
En el lenguaje de Gregorio, si tenemos la leche de la madre no nos hace mal, y sí mucho bien, que aprendamos de la hija del faraón: así como no es posible olvidar lo que una madre enseña y ello nos seguirá dando fuerza hasta el final, así la fe que recibimos de la Iglesia, que llega a plasmar la identidad y que mientras más se comparte más se posee. De este modo, cuando la sicología nos ofrece herramientas de crecimiento no hay que atrincherarnos en la espiritualidad; si la antropología nos ayuda a aproximarnos a los pueblos con respeto no hay que hacer mezquino inventario de los prejuicios que nos separan de ellos; a la sociología que nos ayuda a entender las dinámicas de las relaciones entre las gentes, no la podemos obviar con nebulosos conceptos de Iglesia como “sociedad perfecta” y de unas estructuras carentes de afecto que no cran comunión; frente a las artes que nos ayudan a ver lo invisible y tocar lo intangible no podernos disculparnos con una iconografía repetida, en la inercia y que ya no dice nada; las historias de la literatura que tocan el alma de nuestros pueblos, no pueden ser desestimadas por lejanos relatos bíblicos que en la cerrazón del que los cuenta no logran actualidad; no podemos responder a los análisis de la economía y de las ciencias del desarrollo con nuestros enredos asistencialistas que más bien perpetúan más la dependencia; la filosofía y el pensamiento que nos ofrecen reto y búsqueda no pueden ser remplazadas por el fideísmo que paraliza.
- El sofisma del enemigo interno
La mentalidad abierta de Gregorio nos ayuda a superar el mito que mencionaba en las narrativas previas a este artículo sobre el enemigo interno, un mito que, repito, hemos narrado no pocas veces desde instancias eclesiales. Mientras este mito se mantenga, habrá algo diciéndonos que la evangelización, la principal tarea de la Iglesia, no se ha logrado, que el muro que nos separa no se ha caído.
Este mito lo hemos narrado cuando afirmamos que lo que viene de fuera de la Iglesia es amenaza para el país, que si la propuesta de ley y de sociedad no viene de católicos practicantes va “contra los derechos de Dios”, que si la justicia no es presentada desde el catecismo y de doctrina social de la Iglesia es cosa de ateos y del diablo, que un partido que disienta de la visión eclesiástica es pecado; que los derechos reclamados por las minorías son rebeldía; que las luchas de los campesinos, de los indígenas y de los negros están ideologizadas por descreídos; que el progreso es una trampa del modernismo en la que no podemos caer; que las protestas sociales y los paros son de infiltrados y enemigos del orden; que hay una agenda del castrochavismo, otra de los movimientos lgtbi, otra de la nueva era, otra de los ecologistas, otra de las mujeres, otra de los defensores de derechos… y que todas estas agendas quieren socavar las instituciones, especialmente la iglesia, y que de cumplirse perderemos las “raíces cristianas”.
Me parece que, en este contexto de polarización, la Iglesia, consciente desde el tiempo de los padres de la “riqueza del otro”, del “patrimonio del enemigo” tiene una misión especial en Colombia y es ampliar la democracia y crear comunión en la diversidad. Dejar los miedos y abrirnos a otras realidades, escuchar, nos hará indudablemente muy ricos y nos dará riquezas que necesitamos para construir no sólo la democracia sino la comunión: oyendo con cuidado a los que han sido desposeídos podemos alcanzar una justicia más completa en un país de los más desiguales del mundo; hacernos a análisis sociales que no habíamos tenido en cuenta en una sociedad que ha pretendido una visión única de la realidad; ocupándonos de los desplazados, podremos gozar, a su regreso, de nuestros territorios; ganar inclusión en una cultura machista y patriarcal que ha ignorado la mujer y ha explicado arbitrariamente la diversidad sexual; apropiarnos del aporte sin precio de los pueblos originales y afrodescendientes ignorados y eliminados en un contexto hipócritamente racial; ganar sintonía y escuchar las voces de todos, de todas las corrientes; granjearnos la humanidad que nos falta haciendo visibles a los empobrecidos, desplazados, desaparecidos, explotados.
Creo que la Iglesia tenga aquí una tarea impostergable, si quiere ser sacramento de salvación, y es encontrar toda esta riqueza que tenemos y que nos estamos perdiendo. Aquí habría que tomarse en serio esa tradición que viene desde Gregorio hasta Francisco, y que nos capacita para la cultura del encuentro, según el modelo del poliedro[8], a no detenernos ante lo conflictivo y convencernos que “la unidad siempre es superior al conflicto”[9]. Hoy hacen falta en la Iglesia muchos Gregorios que en vez de polarizarnos más nos inspiren a ir al encuentro de los que parecen contrarios y a participar de sus riquezas que sin lugar a dudas poseen en abundancia. Alguno dijo que cada vez que no estamos de acuerdo nos enriquecemos y lo creo por experiencia.
[1] Francisco, Discurso en el encuentro con las autoridades, el cuerpo diplomático y algunos representantes de la sociedad civil, septiembre 7 de 2017.
[2] Cfr. Gregorio de Nisa, Vida de Moisés, 7
[3] Cfr. Ibid,10
[4] Ibid, 12
[5] Ibid, 112
[6] Ibid, 115
[7] Ibid, 116
[8] Francisco, Evangelii Gaudium, 236
[9] Francisco, Encuentro con las Autoridades y cuerpo diplomático en viaje a Paraguay, Julio 10 de 2015
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