A un poco mas de dos años de haber llegado a Kenia, tengo la certeza de que no todo ha sido bueno, pero nada ha sido malo, hay un intermedio, un relativismo que confronta mi vida diaria: la autoridad, mi familia, la obediencia, la voluntad de Dios, el amor de una mujer, la vida comunitaria, la jerarquía, el deseo de poder, las dudas, la aventura, la incertidumbre, la impotencia, etc.
Cuando llegue a Kenia venia con un gran propósito: “sólo son tres años y luego a casa”, el tiempo ha pasado y aunque se que pronto iré a casa, el gran propósito no es el mismo. Me enfrenté a mis miedos cuando fui a vivir a Kibera, cuando Javier y luego Jorge decidieron irse, lo cual me pareció un acto valiente. Luego vivir con otros tres compañeros en dos casas, dos y dos. Repentinamente mi compañero de casa decide irse, me quedo durante un tiempo viviendo solo en una casa donde me sentía vacío, desesperado. Llegando de estudiar corría a la capilla y me jalaba el cabello pidiéndole a Dios que no sintiera nostalgia de mi familia, de mi comida, de mis comodidades, etc. Así viví un tiempo hasta que decidí pedirle a Jairo que deseaba hacer primero mi año pastoral antes de empezar la teología. Salí para la misión. Recuerdo la primera vez que fui a la misión, estaba asustado, el ambiente me recordaba la película, la caída del halcón negro. Llegué a Tuum y estuve durante casi cuatro meses con Anthony, Gyavira, Bernard, Tomás y Yo. El cambio fue tremendo ¿qué hago aquí? Lo mejor es irme, no soporto esta vida, me fastidia la comida, no hay nada como casa. Sin darme cuenta, mientras criticaba estaba aprendiendo a vivir. Mi vida en Colombia se volvía relativa, mi corazón se estaba dilatando por la realidad de la vida que elegí vivir en ese preciso momento. El choque de la vida comunitaria, el cariño y los oídos de mis compañeros prestos a escucharme y animarme: “nada une tanto como compartir una penuria” una vida pobre y simple, y un corazón bombeando más y más sangre para poder seguir vivo.
La vida me estaba forjando, la “pobreza” de los Samburu, la sonrisa tierna de los niños, lo inesperado y repentino de la misión, etc. Luego de aquel duro momento, vino la visita de German y mi decisión era irme y fue ese fue el acuerdo con él. Días antes mi compañero me llamó a decirme que también se retiraba, ahora me sentía solo, por eso decidí que también era mi momento. German me pidió quedarme hasta navidad. Pero luego Jairo me dio una sorpresa, te vas a Barsaloi, llegué a Barsaloi y me enfrenté a una nueva realidad. El primer día que salí a una comunidad volviendo de ella el rio me impidió pasar, entonces ¿qué hacer? Acostarme a dormir. No es fácil porque si así lo fuera no habría aprendizaje. La realidad de las comunidades es compleja. Nunca creí que una mujer moriría desangrada mientras yo intentaba llegar con ella al hospital, o aquella mujer en el dispensario con sus piernas abiertas en el suelo y el bebe muerto. Luego llamar al trabajador y enterrarlo. El hombre que intentó suicidarse, la madre gritando en el carro mientras daba a luz. La misión me ha estado inventando. Mi gran fuente de energía es cuando voy en la moto y hace un calor insoportable y veo a un niño cuidando animales y se alegra al verme, me sonríe y me pide un dulce. Eso me ha enseñado que aún en la mayor escasez siempre hay lugar para una sonrisa.
Al principio me referí a un intermedio, ese intermedio se refiere al hecho sociológico por el cual, la relativización cuando alguien se comporta de una manera diferente a lo que el otro había dado por sentado que era la conducta apropiada. “la relativización se trata de la intuición de que la realidad puede percibirse y vivirse de una forma distinta a aquella que se había pensado que era la única” es decir, el corazón se esta dilatando. Mi realidad que había dado por sentada ahora es relativa, ahora vivo de una manera completamente distinta a lo que me enseñaron que era lo único. Este hecho siempre se repetirá en la vida de los que van caminando por el mundo.
Finalmente, la relativización me ha ayudado a entender la idea errónea que consideraba única sobre la voluntad de Dios. Muchas de las dificultades que he enfrentado he creído que han sido voluntad de Dios para forjarme y premiarme luego por haber aguantado, o que Dios tiene un plan para mi. Hace tiempo he creído que un Dios que tiene planeado mi futuro es una idea invasiva. Me enseñaron que mi vocación era voluntad de Dios, que siempre debía buscar su voluntad, ya que de lo contrario sufriría grandes problemas. Adjudicar todo a la voluntad de Dios es más fuente de daño que de ayuda. Aguantamos un montón de problemas, los aceptamos, los agradecemos y los sufrimos porque son voluntad de Dios. La voluntad de Dios nos vuelve ansiosos, con ganas de perfección, no nos permite ser. Del mismo modo subjetivamente se usa la voluntad de Dios a nuestro favor “Dios quiere que sea rico, que ella sea mía, etc.” otros se aprovechan del sufrimiento de otros para decir que es voluntad de Dios. Un desastre natural es voluntad de Dios, porque está cansado del pecado y dejan a un lado el pecado del maltrato a la naturaleza. Hoy soy pobre, pero en el cielo lo tendré todo. En último lugar, es impotente ver como ante dolores como la muerte de un ser querido, un desastre, una ruptura amorosa, perdida del trabajo, muchos dicen “es voluntad de Dios, ¿qué se puede hacer? Inconscientemente esa manera de adjudicar todo a la voluntad de Dios es una manera de responder a preguntas que no encajan y parece no tener explicación, sólo un ser trascendente puede explicarlo. Escondemos muchas cosas detrás de la voluntad de Dios. La voluntad de Dios es “tanto ya como todavía no” “la voluntad de Dios es un drama interactivo entre el Espíritu y las criaturas finitas”.
Jaime David Redondo mxy
Misionero en Kenia
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