Feliz viaje estimado socio, Constantino. (Así nos tratábamos con frecuencia)

Conocí al Padre Constantino Gutiérrez Gómez, nacido en Matanza, Santander, el 9 de diciembre de 1956 y ordenado sacerdote Misionero el primero de diciembre de 1985, cuando fue enviado a la entonces Prefectura Apostólica de Mitú, cuando fue nombrado para dirigir, orientar y sostener el Centro de Animación y Capacitación Indígena, CAPI. Yo tenía el cargo de Vicario pastoral de Mitú. Allí le vi las capacidades de trabajo, su empeño en sacar los proyectos adelante, su cualidad de director, su capacidad del trabajo comunitario, su recio trabajo pastoral y el saber compartir con los grupos étnicos y con toda clase de personas. Allí compartimos por varios años.

Después nos encontramos en Puerto Inírida, donde mantenía el mismo espíritu misionero y las mismas ansias de trabajo, como en sus primeros años, en Mitú.

Por último, nos encontramos nuevamente en Medellín, en nuestro Seminario de Misiones, en el barrio Calasanz, en donde él asumió el rol de colaborador inmediato del Padre Óscar Osorio J, Director del Instituto Misionero de Antropología, IMA. Años después, por quebrantos de salud y largos años del Padre Óscar, el P. Constantino tomó la dirección del IMA, hasta que lo cogió la pandemia, y se lo llevó.

Así que su vida pastoral y la mía estuvieron tan unidas como el cuerpo a su sombra, y por eso, lo que afirmo de este Sacerdote Misionero, no lo digo de oídas: que me dijeron, que dicen de él, sino porque viví y compartí sus experiencias y preocupaciones.

Fue un hombre de una sola pieza: de hacha y machete, de cabeza, de visión y de corazón. Constante en su trabajo, responsable en todas sus labores.

Buen compañero y fiel amigo; de un genio parejo, siempre amable y de diálogo.

Como sacerdote, ejemplar: de oración diaria y serena, de predicación orada y vivida. De relaciones francas y prudentes. Su porte, siempre digno.

Con su muerte, los Superiores han perdido un miembro muy valioso, pero el Instituto ha adquirido un intercesor en el cielo. Paz en su tumba.

Bernardo J. Calle O.mxy