Leyendo y discerniendo las reflexiones recientemente compartidas por nuestros hermanos MXY: KOFFI TANOH FIRMIN: “Synodality And The Principle Of Subsidiarity”; JAIRO ALBERTO FRANCO: “Sobre el principio de subsidiariedad y algunos imaginarios del imey”; y N’KAN FREDY AIMÉ GHISLAIN MOBIO: “Sur príncipe de subsidiarité et sinodalité revu”, he sentido una motivación interior a decir algo sobre mis impresiones y reflexiones en torno al IMEY que vivimos hoy, casi 4 años después de la pasada Asamblea General del 2018.
No quiero ocultar de entrada que siento que nuestro IMEY vive una de sus peores crisis de sus 95 años de historia, desde la fundación del Pontificio Seminario de Misiones. Son muchos los síntomas que me llevan a este sentimiento que con frecuencia inquieta mi alma. Pero este no es propiamente el tema de la reflexión que les quiero compartir hoy. Podría ser motivo de un diálogo sereno, en el próximo futuro, que nos ayude a vislumbrar causas y remedios o a clarificar juntos qué nos pasa.
La reflexión que nos comparte Firmin sobre la “sinodalidad y el principio de la subsidiariedad” nos pone a tono, con mucha claridad, sobre el auténtico sentido y comprensión de la sinodalidad, aplicado a la vida de nuestro Instituto de Misiones. Nos debe quedar claro, de entrada, que la sinodalidad no es un término de moda que debemos asumir, simplemente para seguir la corriente, algo así como un término que “se volvió cliché y políticamente correcto”, en palabras del padre Jairo Alberto. No, la sinodalidad expresa la esencia misma de la Iglesia que inició su caminada desde la vivencia originante de los Apóstoles y las primeras comunidades cristianas en la Resurrección del Señor; Iglesia sinodal que anuncia el Evangelio caminando juntos. Esto implica una actitud de conversión permanente, integral y sincera, y creo que aquí está precisamente la controversia que vivimos actualmente como IMEY. Es verdad que antes del 2020, después del Sínodo de la Amazonía no se hablaba mucho en la Iglesia, ni en el IMEY, de sinodalidad, pues con el correr de los siglos, se nos olvidó que su esencia es la sinodalidad. Esto significa que TODOS, como nos enfatiza el padre Firmin, estamos llamados a una actitud sincera de conversión interior, sin la cual no es posible vivir una espiritualidad sinodal. Firmin nos dice: “In the spirit of synodality, the attitude of, ‘we’ and ‘them’ are replaced by ‘TODOS’, ‘ALL’, ‘TOUS-ENSEMBLE.” … “En el espíritu de la sinodalidad, la actitud del “nosotros” y “ellos” son reemplazadas por “TODOS”, “ALL”, “TOUS –ENSEMBLE”, y desde este horizonte nos hacemos corresponsables (subsidiarios) unos de otros. Ni la marcha, ni la dirección del IMEY es de uno solo o de un grupo aislado, sino de todos y cada uno, según su ministerio o servicio específico.
Nos conviene en este momento de la historia de nuestro Instituto recordar que después de la Asamblea General Extraordinaria, cuando fue elegido el Padre José Jiménez, q.e.p.d. y su consejo, ellos asumieron, como orientación general de su gobierno, la urgencia del “NACER DE NUEVO” y luego nos ayudaron a dar una paso más en la preparación de la siguiente Asamblea General de noviembre 2018 con el lema: ”Pasemos a la otra orilla”,con el deseo de hacernos conscientes del camino difícil que estábamos cruzando como congregación misionera, sin dejar ese permanente llamado a “nacer de nuevo”. (Cf. Los invito a leer el archivo que anexo: CARTA ABIERTA A TODO EL INSTITUTO, enviada por la comisión preparatoria de la A. G. 2018, el 28 de mayo de 2018). Si no la leímos en su momento, aun no es tarde para hacerlo.
Agrega Firmin: “Pope Francis, through the process of synodality, is inviting us to re-actualize and re-awaken our understanding of being Church”: “El papa Francisco, a través del proceso de la sinodalidad, nos está invitando a reactualizar y a despertar de nuevo nuestra comprensión de ser Iglesia”. Firmin nos ayuda así a vivir la sinodalidad como una búsqueda de las auténticas raíces de la Iglesia. Ciertamente, el papa ha explicado de diversas formas que la Iglesia es sinodal por naturaleza y esto implica el saber que “caminamos juntos”, que cada uno en la Iglesia cumple una misión, ejerce un ministerio, presta un servicio. Y este es, precisamente, el llamado a la unidad que nos hace Firmin: “Indeed, the process of synodality stresses a life of unity (different from uniformity), a life of solidarity with one another:” … “Ciertamente, el proceso de la sinodalidad enfatiza una vida de unidad (distinto a uniformidad), una vida de solidaridad de unos con otros”. Es desde esta perspectiva que Firmin nos hace un cuestionamiento a cada uno de nosotros como miembros del IMEY y también a nuestro Instituto como cuerpo, como organismo vivo dentro de la Iglesia. No podemos frenar ni parar nuestra participación en el IMEY, nos, interpela Firmin, y yo le agrego, so pena de entregar el instituto a una muerte lenta.
Esto significa la urgencia de entrar en una actitud de ESCUCHA, de diálogo fraterno, de búsqueda de nuevos caminos, de SINODALIDAD, que es la esencia misma de la Iglesia y, por tanto, de cada organismo vivo dentro de la Iglesia como lo es nuestro IMEY.
Más allá del compromiso individual de cada uno, el cuestionamiento de Firmin nos debe mover como cuerpo, como organismo, como conjunto. Siento que estamos en un momento muy especial en la historia del IMEY, cuando queremos hacer una revisión de lo que ha sido nuestra historia institucional, ya muy cercanos a celebrar el centenario del Primer Congreso Nacional de Misiones (agosto de 1924) y de la Ordenación Episcopal de nuestro fundador (agosto 3, 1924) y, luego, los primeros 100 años de la fundación del Seminario de Misiones (1927 – 2027).
En la pasada Asamblea consultiva ciertamente se dijo que la realizábamos desde el horizonte de la sinodalidad. Sin embargo, me atrevo a decir que aún no estábamos preparados para comprender lo que ello realmente significa/ba. No es para culpabilizar a nadie, pues la verdad es que, a nivel general de la Iglesia, estamos todos en un período de aprendizaje, de conversión personal hacia la sinodalidad, que en palabras del papa Francisco, nos debe llevar a una conversión de las estructuras eclesiales. Este paso no se puede dar de la noche a la mañana. Siento que esto requiere precisamente el sentarnos, el serenarnos, el entrar en una actitud de diálogo, de búsqueda, de discernimiento. Hemos tenido procesos muy interesantes en nuestra marcha como institución, con sus luces y sombras, claro que sí, en las distintas etapas que hemos vivido. Los he invitado, precisamente, a leer o releer la CARTA ABIERTA que la comisión encargada de colaborar en la preparación de la pasada Asamblea General envió a todo el Instituto hace ya más de 4 años. Esta carta la leo hoy desde el horizonte de la sinodalidad y la comprendo como un buen ejercicio que quisimos hacer, al menos como un buen intento, de ESCUCHARNOS, de discernir juntos qué nos quería decir el Señor en su momento… ¿Lo hicimos o no lo hicimos? ¿Si entramos juntos en esa actitud? Quizás no, quizás sí. Sería este un buen tema de discusión y evaluación.
Me llama mucho la atención, y considero que sería un buen tópico de análisis y discernimiento comunitaria en el espíritu de la sinodalidad, lo que nos dice el padre Jairo Alberto Franco en su resonancia a la reflexión del padre Firmin: “Me llega al corazón lo que dice Firmin y es que creo, honestamente y con ánimo de construir, que estos principios están fallando y mucho en nuestro imey”. Refiriéndose específicamente al servicio de autoridad, superior y consejo central, el padre Jairo Alberto agrega, haciendo alusión al principio de subsidiariedad,“ … quieren resolverlo todo sin contar con las herramientas previstas en las constituciones, como los consejos regionales y las secretarías”; y luego, con relación a la secretaría de formación dice: “ … es que la secretaría de formación es un imaginario del imey, anda en el mundo de las ideas, no en la realidad”, añadiendo que esta secretaria ha sido en buena parte ignorada por el superior y su consejo central.
Siento (no quiero dogmatizar) que el padre Jairo Alberto toca una temática de gran importancia para el presente que vivimos como IMEY y creo que sí es necesario abordarla, pero sin hacer un juicio al superior y consejo actual, pues hay practicas al interior del IMEY que venimos haciendo desde su origen y que por diversas razones siempre quedan en el tintero y no se llega a una solución de fondo. Precisamente, creo que en la medida en que comprendamos y asumamos de corazón lo que realmente significa un espíritu sinodal, será posible una revisión de estos temas. Desde mi servicio en el Consejo Central en tiempos del segundo período del padre Gustavo Mejía vengo escuchando muchos comentarios sobre esto, por ejemplo, que necesitamos revisar nuestras constituciones, que qué hacemos con los llamados “departamentos”, que si vale la pena tener un Departamento de Pastoral que no funciona, que cómo debe funcionar un Departamento de Formación, que si es mejor fundir Animación Misionera con Formación que qué es la secretaria de Gestión Humana, que porqué el Departamento de Administración de bienes lo maneja una sola persona, , … entre otros muchos asuntos que estructuralmente no hemos logrado definir. (OJO, estoy utilizando terminología de las constituciones vigentes; la revisión de las Constituciones que aprobó la A. G. 2018 todavía están en Roma y aún no ha llegado ninguna resonancia sobre ellas). El esfuerzo realizado por la Comisión de Constituciones nombrada aún desde los tiempos del padre Jairo Gómez y luego de Gustavo Mejía, fue hacerles frente a dichos reclamos que llegaban de un lado y otro. Finalmente, después de muchas discusiones y propuestas, la A.G. 2018 le dio vía libre a la revisión o reforma que juntos hicimos en esa asamblea y fue enviada por el actual Superior y Consejo Central al Vaticano para su aprobación final. Seguramente la pandemia del Covid-19 es una buena excusa y razón de la demora en tener una respuesta. No me queda ninguna duda que, en llegando la respuesta, estaremos en la tarea de actualizarla nuevamente con una nueva comprensión y terminología de lo vivido por la Iglesia universal en los últimos 3 años, para su aprobación final.
Nuestro hermano Fredy, desde las selvas del Vaupés nos lleva a un cuestionamiento que debemos asumir todos con responsabilidad y “con espíritu de subsidiariedad”. Considero, apreciado Fredy, que en tu comentario del primer párrafo hay una falla de perspectiva, cuando afirmas: “Dans notre communauté, et cela depuis un certain moment, nous assistons à une vraie dictature des instances où les prises de décisions sont gérées par un petit groupe qui bien souvent ignore les procédures prévues par la constitution de l’IMEY”: “En nuestra comunidad, y desde hace un tiempo, asistimos a una verdadera dictadura de las instancias (yo le agrego: de autoridad, para facilitar su comprensión) donde la toma de decisiones son gerenciadas o manejadas por un pequeño grupo que muchas veces ignora los procedimientos previstos por la constitución del IMEY”. No me parece justo, querido Fredy, decir que el actual superior y su consejo están ejerciendo una verdadera dictadura. Comprendo tu desazón frente a lo que describes tanto del Vaupés como de Costa de Marfil y, sin duda, esto les servirá a nuestros hermanos en el servicio de autoridad para una revisión de fondo. Conozco los desvelos y preocupaciones del padre Germán y su consejo por hacerles frente a muchas situaciones internas y creo que todos en el IMEY debemos entrar en una actitud de búsqueda de alternativas a las problemáticas que vivimos.
Estoy de acuerdo contigo, y comprendo, que las Constituciones en el IMEY las utilizamos solo cuando somos exigidos a resolver algún asunto jurídico (enfermedad endeble que solo se podría sanar con una conversión personal sincera e integral de cada miembro del Instituto). Repito, siento que al interior de nuestro Instituto ha habido unas prácticas o costumbres, incluyendo el manejo de la autoridad, que no hemos analizado, ni discernido con espíritu evangélico y siento que el nuevo impulso que el papa Francisco le está dando a la Iglesia desde su esencia sinodal nos debe llevar desde la conversión personal a la conversión de las estructuras, entendida esta tarea como un proceso, no como una imposición o dictadura.
Gracias hermanos Firmin, Jairo Alberto y Fredy por poner sobre el tapete una problemática neurálgica de la vida de nuestro Instituto. Estos tiempos de profundas crisis que vivimos en todos los niveles nos debe llevar a unos y otros a dar lo mejor de sí mismos para no ser inferiores al reto que tenemos al frente y a la propuesta original de nuestro fundador.
Gracias hermanos por su paciencia para leer mi reflexión. Los invito a leer la CARTA ABIERTA de la comisión preparatoria de la A.G. 2018 enviada el 28 de mayo de 2018.
Omer Giraldo R. MXY,
23 de octubre, 2022,
DIA UNIVERSAL DE LAS MISIONES
ANEXO:
Comunicado comisión preparatoria Asamblea Consultiva
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