Después de descubrir más y más sobre la persona y el pensamiento del P. Jairo Franco, a quien considero mi amigo y un ejemplo de hombre consagrado, desearía expresar, desde algunos de sus aportes, mi posición sobre la existencia del IMEY, que no difiere mucho de los que Jairo, personalmente ha ido reflexionando.
“Y concluyo que eso que llamamos IMEY es un imaginario y no tiene entidad, a eso no le puedo dar mi vida y de eso no puedo esperar nada.”
El año pasado por el mes de Abril intenté escribir un artículo, un poquito largo, y por ende, poco leído dirigido a la Gestión Humana dentro del IMEY en que intenté hacer énfasis en la importancia del recurso humano que, en definitiva, es el que hace a las instituciones y les da la calidad. Cuando leí esta frase reflexionaba nuevamente sobre qué es lo que hace que el IMEY exista. La respuesta es la misma de hace un año….somos nosotros, el sí que, como reiteradamente Jairo escribe, cada uno en particular movido por el soplo del Espíritu que nos orientó a este carisma, nos sigue animando, confirmando y desgastando. Desde el Hno. Benjamín Cuervo Domínguez y su sí entregado en el río, pasando por el P. Ricardo Rosas y su sí que lo acompañaba en la cama de un hospital ( y más 99 personas que han entregado su vida convencidos de lo que eligieron),hasta nuestro sí particular, el IMEY vive, existe, se renueva, se reforma, crece, produce.
“Sólo los que superan el síndrome de Peter Pan pueden con la vida consagrada.”
Este término acuñado por el Dr. Dan Kiley en 1983 quizá puede describir parte de la realidad del IMEY que el P. Jairo ha percibido. En general, el sindrome de Peter Pan (el hombre que nunca crece, que nunca madura) puede estarnos develando la actitud de muchos de nosotros que somos irresponsables o nos da miedo las responsabilidades, reveldes sin causa, coléricos por protección, narcisistas por exigencia, dependientes por temor, manipuladores por conveniencia, que creemos que estamos más allá de las leyes y las normas o no toleramos la frustración que la vida trae como camino hacia la madurez. Recuerdo que muchas veces en la formación en kenya promoviamos eso de: “no estamos formando niños sino hombres con responsabilidad que puedan ser buenos papás, excelentes profesionales o comprometidos consagrados.” seguir exigiendo como niños reveldes cositas, paseos, protecciones, dinero, seguiridad, de cierta manera no nos deja tomar las alas del Espíritu para volar por donde el Él nos lleve sino que nos anquilosa bajo el peso lento de los elefantes blancos que nos deja niños para siempre. Nacer de nuevo no quiere decir, ser niños para siempre, sino crecer.
“El Carisma está en la Iglesia para desafiar la institución, nunca para hacerse institución.”
Estos soplos del Espíritu de Dios o “Carismas” han tenido en la historia de la Iglesia el fin de refrescar los aires pesados que producen los pesados fardos de la costumbre, la rutina, el estancamiento, las decisiones particulares humanas, las ideologias dañinas y se han posesionado humildemente, como reformadores, ventiladores, reavivadores, rescatadores de la esencia del Evangelio. A mí, personalmente me atrajó a la comunidad de los Misioneros de Yarumal, la fuerza de su carisma misionero e insentivó en mí, el espíritu aventurero que me quitó la coraza del temor para abrirme a la riqueza de las culturas, las lenguas, la gastronomía, las religiones, las visiones de mundo. Lo peligroso del ver al IMEY como institución es la desidentidad. Ésta puede llevar a estratificaciones, favoritismos, premios para mantener la fama, la producción, la estabillidad o peor aún, puede sacrificar lo más valioso, que son sus miembros, para seguir existiendo, aunque sea sobre ladrillos. IMEY, tú eres cada uno de los misionero que han donado sus vidas por la mision, tú eres cada misionero que trabaja en la formación, en las selvas, en los desiertos, en las ciudades. Tú eres humano, muy humano, con defectos, pero con petencia humana. Soy IMEY, Somos IMEY.
P. Gino mxy
Medellín, 19 de mayo de 2018