Anunciando la Buena Noticia más allá de las fronteras
P. Germán Mazo Mazo mxy
Superior General del IMEY
Con un inmenso agradecimiento a Dios, con gran sorpresa y con profunda reverencia, contemplamos y nos acercamos a la celebración de los 100 años de Fundación del Seminario de Misiones de Yarumal, celebración que comenzamos a partir de este 3 de julio 2022 y que realizaremos en un caminar por etapas a lo largo de estos próximos cinco años.
1. Con inmenso y desbordado agradecimiento primero a Dios nuestro Padre del Cielo, por la misericordia, el amor y la pasión que manifiesta por todo su pueblo, y especialmente a los más pobres y necesitados. Signo vivo de ese anhelo de salvación y de vida en abundancia de Dios con nosotros, es el Instituto de Misiones de Yarumal. Gracias infinitas a Él por haber allanado el camino para la creación de esta obra misionera en la Iglesia, gracias por acompañarla y sostenerla en medio de mil vicisitudes y obstáculos a lo largo de todos estos años, gracias por orientarla con su Espíritu de Vida hacia la misión ad gentes entre los pobres, gracias a Él por guiarla entre los cambios y transformaciones del mundo y de la Iglesia. Gracias por los desafíos y horizontes que Él mismo nos presenta hoy y que son también prueba de que Él camina con nosotros y guía nuestra marcha.
Gracias también a Dios por la persona del Fundador, Monseñor Miguel Ángel Builes Gómez, instrumento maravilloso y extraordinario de quien no nos cansaremos de admirar y venerar su vida y su obra toda. Él, siguiendo las inspiraciones del Espíritu de Dios emprendió esta obra y la acompañó durante toda su vida. Él es para nosotros no solo el Fundador de esta insigne obra, sino un modelo de misión y de contemplación, referente en la vida, compromiso y de virtud para todo miembro de nuestro Instituto.
Gracias por todos los miembros consagrados en nuestro Instituto, ya sea como hermanos, como sacerdotes o como obispos. Se enorgullece nuestra familia misionera javeriana con la extraordinaria diversidad de los miembros que el Señor ha llamado a la vocación misionera javeriana y le ha regalado a nuestra comunidad. Gracias por aquellos que ya llegaron a la eternidad, entre los cuales encontramos verdaderos testimonios y modelos de santidad y Evangelio, gracias por aquellos que aún continúan la caminada y por aquellos otros que apenas la comienzan.
Gracias por todos los familiares, amigos, cercanos, bienhechores y asociados que de cerca y de lejos, cada cual según su capacidad y situación, han contribuido de una u otra manera a la realización de esta maravillosa “Fábrica de Misioneros” y a que su proyecto misionero perdure durante todos estos años.
Gracias a las comunidades, regiones, grupos humanos y étnicos que nos han acogido durante todos estos años, desde esas primeras comunidades campesinas de la Costa Atlántica y del Magdalena a donde fueron enviados los primeros misioneros, hasta las comunidades, grupos parroquiales y estructuras eclesiales que hoy nos acogen. Con todos ellos hemos vivido una extraordinaria experiencia de encuentro con el Señor, pues al llevarles el mensaje del Evangelio, ellas nos han permitido experiencias extraordinarias de encuentro y de vida.
2. Contemplamos igualmente la celebración ya cercana de estos 100 años de fundación del Seminario de Misiones con gran sorpresa: ¡qué rápido pasa el tiempo! Vernos ya a las puertas de este centenario nos admira por la rapidez en que han transcurridos todos estos años. Aquella posada de Contento, transformada en Seminario de Misiones para la gloria de Dios y la salvación del mundo por ese valeroso grupo de abnegados y sacrificados sacerdotes de la Diócesis de Santa Rosa de Osos, se ha convertido hoy en una Institución consolidadas que, no sin dificultades y obstáculos, vive su vocación misionera ad gentes al Servicio de la Iglesia entre los pobres. ¡Qué pronto han transcurrido estos años y décadas para vernos hoy cercanos a los cien años de historia y de experiencia misionera!
3. Y nos acercamos a esta celebración también con profunda reverencia, reconociendo que todo ha sido obra de la misericordia infinita de Dios que ha sostenido nuestros pasos para que en medio de grandes aciertos y también de innumerables caídas, esta obra crezca y se fortalezca. Con objetividad miramos nuestra historia y sacamos provecho de la experiencia vivida para los proyectos futuros. Con humildad nos miramos a nosotros mismos y al camino recorrido, reconociendo luces y sombras y descubriendo cómo el Señor ha ido transformado, renovando, convirtiendo nuestro vivir personal y comunitario. Sabemos que la realidad de nuestro IMEY hoy está enmarcada en grandes problemáticas y desafíos, y que el futuro nos presenta retos enormes, pero con fe y confianza miramos la realidad actual y futura, guardando la esperanza que le es propia a los que ponen su confianza en el Señor y buscan dejarse guiar por el Espíritu de Jesús.
Sean pues, estos años de preparación a la celebración de los 100 años de nuestro Instituto, y estas etapas de reflexión, discernimiento, oración y celebración, vividas en camino sinodal, una oportunidad maravillosa para fortalecer nuestro carisma y compromiso misionero ad gentes, para renovarnos según el Espíritu que viene renovando a toda la Iglesia, y para seguirle dando “a Solo Dios el Honor y la Gloria”.